Riesgo trombótico y enfermedad celíaca: lo que señala la evidencia reciente

Claudia Alejandra Mellado Luque. Grado en Nutrición Humana y Dietética.


 La enfermedad celíaca es una afección autoinmune conocida por su impacto en el intestino delgado, aunque la evidencia reciente muestra que sus efectos pueden extenderse más allá del aparato digestivo. En los últimos años se han descrito manifestaciones extraintestinales —neurológicas, endocrinas, hepáticas o hematológicas— que reflejan su carácter sistémico. Dentro de este último grupo, destaca la posible relación entre la celiaquía y el riesgo trombótico, es decir, la tendencia a formar coágulos sanguíneos. 

Un estudio reciente describe el caso de una persona con enfermedad celíaca y síndrome antifosfolípido (SAF), una condición autoinmune que incrementa el riesgo de trombosis. Además, la revisión asociada señala que algunas personas con celiaquía pueden desarrollar anticuerpos antifosfolípido (AAF) incluso sin síntomas digestivos activos, lo que refuerza la idea de que la celiaquía puede influir en el sistema de coagulación en determinados casos. 

Mecanismos posibles 

Aunque los mecanismos exactos aún no se conocen con precisión, la investigación sugiere que la inflamación intestinal crónica y la alteración de la barrera intestinal —características propias de la enfermedad celíaca no controlada— podrían desempeñar un papel clave. Cuando la barrera intestinal se daña, ciertas proteínas alimentarias o componentes bacterianos pueden atravesarla y estimular el sistema inmunitario, generando una respuesta inflamatoria generalizada. 

Esta activación inmunológica sostenida podría inducir la formación de autoanticuerpos y alterar el equilibrio del sistema de coagulación, creando un entorno más propenso a eventos trombóticos. 

Es importante destacar que esto no implica que todas las personas con celiaquía tengan un riesgo elevado de trombosis. En la mayoría de los casos, el riesgo es bajo, especialmente si la enfermedad está bien controlada mediante una dieta sin gluten estricta. No obstante, la evidencia sugiere que en determinados subgrupos podría ser útil una evaluación más detallada del perfil de coagulación o la búsqueda de anticuerpos específicos. 

¿Cuándo tenerlo en cuenta? 

Las y los especialistas recomiendan valorar este posible riesgo adicional en personas con enfermedad celíaca que presenten alguna de las siguientes situaciones: 

  • Antecedentes personales o familiares de trombosis venosa o arterial. 
  • Abortos de repetición, un signo que puede estar asociado al síndrome antifosfolípido en personas gestantes. 
  • Síntomas neurológicos transitorios sin causa aparente, como episodios de pérdida de fuerza, alteraciones visuales o dificultad para hablar. 
  • Diagnóstico de celiaquía con daño intestinal severo en el momento del debut, o mala respuesta inicial a la dieta sin gluten. 

En estos casos, una evaluación conjunta entre los servicios de digestivo, hematología y medicina interna puede ayudar a determinar si es necesario realizar pruebas complementarias (como la determinación de anticuerpos antifosfolípido o estudios de coagulación específicos) y decidir si se requiere algún tipo de seguimiento adicional. 

Conclusión 

La dieta sin gluten continúa siendo el pilar fundamental del tratamiento y la principal herramienta para controlar la inflamación intestinal. Sin embargo, la celiaquía es una enfermedad sistémica que puede afectar a diversos órganos y sistemas, por lo que conviene considerar posibles complicaciones extraintestinales, como el riesgo trombótico, con el fin de ofrecer un seguimiento más completo y personalizado. 

En definitiva, el mensaje principal es de prudencia, no de alarma: la mayoría de las personas con celiaquía no presentarán problemas de coagulación, pero es importante que tanto profesionales sanitarios como las propias personas afectadas estén informadas para reconocer los casos en los que sí conviene profundizar en la evaluación.