¿Qué debe tener un pan para que además de sin gluten sea saludable?

Magdalena Leflet. Diplomada  en Nutrición Humana y Dietética.

El pan, ese alimento tan valorado por la mayoría, pero mucho más para las personas celiacas, quizás porque cuesta encontrar uno que disponga de una textura y sabor similar al pan con gluten. 

Generalmente disponemos de opciones sin gluten en casi todos los supermercados, que son seguras pero no tan saludables ni apetecibles como nos gustaría, ya que la mayoría contienen entre sus ingredientes aceites refinados, azúcares o edulcorantes, almidones en grandes cantidades, y su ingrediente predominante es el almidón o harina de maíz que, como ya hemos visto en otros post, nutricionalmente no es de los cereales más completos. 

Hay que tener en cuenta también que en función de la calidad de los ingredientes se generará un producto final con unas características en cuanto a textura, sabor, etc más agradables. 

¿Qué tenemos que tener en cuenta a la hora de elegir un pan saludable? 

En primer lugar, fijarnos en los ingredientes. La lista de ingredientes va por orden en función de la cantidad del mismo que contenga el alimento, por tanto el primer ingrediente de la lista será el que se encuentre en mayor concentración. 

En algunas etiquetas vemos que algunos panes dicen ser de quinoa o trigo sarraceno, pseudocereales o semillas con un valor nutricional más completo, pero al mirar el etiquetado vemos que solo contiene un 10% de estas harinas y que el primer ingrediente es almidón de maíz, y un largo etcétera de ingredientes como aceite de girasol y aditivos o gomas. 

Esto, como todo, al final repercute en las texturas y sabores del producto final. 

Por tanto, un buen pan debería estar elaborado a base de harinas de pseudocereales, cereales integrales sin gluten o semillas, como las procedentes del trigo sarraceno, la quinoa, el amaranto, el mijo, el arroz integral o maíz, o mezcla de varias harinas, con levadura, agua, pysillium (en el pasado post hablamos de él) y sal. Ni más ni menos. 

Evidentemente la textura, sabor y calidad nutricional se verá incrementada, lo que repercutirá en una experiencia gastronómica más agradable y una mejora en nuestra alimentación.